Desintegración familiar
Ronald Tineo Velasco
A las causas conocidas de desintegración familiar se ha sumado la emigración, principalmente a España, en busca de puestos de trabajo que reditúen mejores ingresos, pero sin reparar en la calidad de los oficios ni en lo que hay que sacrificar a cambio. Se sabe que el empleo que se obtiene está reñido con los derechos humanos, sobre todo en el caso de las mujeres que trabajan a domicilio soportando el acoso sexual del dueño de casa, mientras que otras, por falta de oportunidades, caen en el pozo sin fondo de la prostitución clandestina.
Pero sea cual sea la fuente, lo cierto es que los euros están cumpliendo su finalidad económica, sólo que la emigración tiene su lado oscuro, que está incidiendo en el divorcio de algunas parejas por la razón de que el matrimonio y los hijos no pueden administrarse por teléfono.
El problema económico siempre ha sido fuente de conflictos y causa determinante de desintegración, por lo que muchos evalúan este aspecto antes de establecer relaciones de pareja, particularmente en la clase media, donde el estatus social tiene demasiada importancia e impone mayores y sofisticadas necesidades. En cambio, la gente acostumbrada a la pobreza, mejor dicho, forzada a vivir con privaciones económicas, no hace este tipo de evaluaciones, porque para ella la dificultad se resuelve mejor compartiendo la carga. Ellos dicen: “Dos bueyes tiran mejor que uno”.
Pero el radicalismo político en competencia con el factor económico amenaza con llevarse la palma y los analistas están profetizando sobre ello. A este respecto nada es más elocuente que el libro La república del silencio, de J.P. Sartre, que refleja la angustia existencial de los ciudadanos franceses bajo el terror nazi, que alteró la relación de la familia a tal grado de que llevó al hermano a desconfiar de su hermano, al padre del hijo, al esposo de la esposa, y nadie se atrevía a abrir la boca por el temor de hallarse ante un ‘informante’ del régimen. La clave de la supervivencia fue el silencio y admitir que “quien guarda su boca guarda su alma”. ¿Se puede vivir con la espada pendiendo del techo?
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Hace 2 años
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